Evaristo Porrras - La Caída del Capo Narco



La primera vez que fue detenido, Evaristo Porras Ardila logró huir de la cárcel simulando estar enfermo. Fue en 1978. Ese día, ayudado por su socio y abogado, Vladimiro Montesinos, se escapó de la cárcel Daniel Carrión en el puerto peruano de El Callao, diciendo que tenía apendicitis.

Quince años más tarde su salud le jugaría una mala pasada. Con los primeros síntomas de párkinson, cojo y sin escoltas, el 15 de diciembre de 1995 cayó preso por quinta y última vez. Esa captura significaría la caída definitiva del imperio de uno de los capos más conocidos del país, no sólo por sus excentricidades, que incluyen una casa que construyó en Leticia como réplica de la que poseían los Carrington en la serie Dinastía y un gigantesco y lujoso prostíbulo en medio de la selva, sino por sus incursiones en la política.

Fue Evaristo quien le ayudó a sus socios del Cartel de Medellín a infiltrar la campaña al Congreso de Rodrigo Lara Bonilla, con un cheque de un millón de pesos. Jairo Ortega, suplente en la Cámara de Pablo Escobar, le hizo un debate a Lara en 1983, cuando este era ministro de Justicia, asegurando que Porras era narcotraficante y había donado dinero al Nuevo Liberalismo. Aun así, el proceso penal que se inició dejó incólume al capo y como acusado a quien había tenido la valentía de confrontarlos públicamente. Y por la presencia de Porras en un acto político en 1993, el Partido Liberal tuvo que expulsar de sus filas a dos connotados dirigentes, Jorge Eduardo Gechem (hoy senador electo del Partido de la U) y Rodrigo Turbay.

El día de su captura amenazó a las autoridades con suicidarse si lo mostraban ante los medios, mientras sufría un ataque de nervios y lloraba de manera incontenible. Así fue recluido en la cárcel Modelo. Llegó al pabellón de Máxima Seguridad donde compartió patio con el guerrillero Yesid Arteta; el paramilitar Alonso de Jesús Baquero, ‘El negro Vladimir’; Juan Diego Arcila, ‘Tomate’, uno de los lugartenientes de Escobar, y un grupo de jóvenes sicarios del cartel de Medellín, al que le sirvió durante tres décadas.

Su estado de salud se fue agravando a medida que el Estado inició una fuerte cacería para incautar sus bienes. Evaristo Porras, el mismo que apareció altivo en los medios recibiendo el premio mayor de la lotería (uno de los tres que se "ganó" en un año), el mismo que se presentó desafiante ante un juez para acusar a Lara Bonilla, el mismo que había salido libre en tres oportunidades gracias a triquiñuelas legales y posibles complicidades del sistema legal, estaba acabado, enfermo y sin más de un centenar de bienes, avaluados en 5.000 millones de pesos, que le habían allanado.

Agobiado, con temblores en sus extremidades y cargando una bala de oxígeno, fue trasladado a las casas fiscales de La Picota, en 1998. Allí compartió patio con los políticos caqueteños acusados del secuestro del congresista Diego Turbay, con quienes pudo conectarse a su tierra natal. De allá, de Florencia, había salido muy jovencito a buscar fortuna en Leticia. Y la encontró.

 Fuente: http://cromos.elespectador.com/personajes/reportaje/articulo-evaristo-porras-el-triste-final-de-un-capo

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